Argentina suspende proyecto blockchain para compañías nuevas

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Contxto – Como se demostró esta semana en Argentina, cuando combinas a la tecnología con una entidad reguladora, esta última puede ser una mala pareja de baile.

El gobierno en Buenos Aires, según declaraciones hechas la semana pasada, suspenderá el proyecto blockchain del país para registrar a compañías nuevas.

De acuerdo con Ricardo Nissen, titular de la Inspección General de Justicia (IGJ) esto permitirá que las autoridades reestructuren el proceso de registro para que la IGJ pueda participar.

Es por eso que, a partir de la segunda semana de marzo, el proyecto blockchain será pausado durante aproximadamente 180 días. Eso significa que los dueños de empresas ahora tendrán que registrar sus compañías a la antigua, en papel (¡viva!).

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Cambiando de ritmo… digo, de gobierno

En el 2017, el gobierno anterior de Mauricio Macri, lanzó esta iniciativa llamada “Sociedad por Acciones Simplificadas” (SAS).

En ese entonces, su propósito era acelerar el proceso de registro de compañías nuevas para que se pudiera hacer en 24 horas, en lugar de los 55 días que tomaba con los métodos de pluma y papel.

Para el gobierno de Macri, la velocidad se traduciría en más inversiones para Argentina, pero Nissen de la IGJ no está de acuerdo y etiquetó al sistema digital de SAS como una “locura”.

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Haciendo enojar a los empresarios

Para el funcionario de la IGJ, esta “locura” se debe al hecho de que las empresas (en su mayoría pequeñas y medianas) que se encuentran bajo el sistema no tienen que cumplir con las mismas regulaciones que otras compañías registradas bajo diferentes modelos.

Como es de esperarse, los emprendedores fueron los primeros en rechazar el anuncio.

“Hasta hoy, los libros contables se llevaban de manera digital a través del sistema blockchain, lo que garantiza absoluta transparencia e inviolabilidad en la gestión de la información”, declaró Alejandro Ramírez, un representante de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA).

“Ahora habrá que regresar a un sistema del siglo XIX, completamente anacrónico y permeable a cualquier adulteración”.

Y así continúa este penoso baile, un paso hacia adelante y dos hacia atrás.