Contxto – Cuando vemos reflejado en otras personas nuestra pasión por prosperar, al verlas crecer, nos da ese sentimiento de orgullo. Nos inspiran y nos mueven hacia la innovación.
Todos podemos aprender algo de cada historia. Son como atajos al éxito. Algunas historias nos dejan sintiéndonos insignificantes. Otras nos llenan de energía y nos emocionan.
Estas últimas son las historias que más me gustan.
Es por eso que con este artículo inauguramos una serie que reunirá las historias de fundadores y fundadoras de toda América Latina en una sola plataforma: Contxto. Si hay algún fundador o fundadora de Latinoamérica te inspira, escríbeme y nomina a esa persona.
Esta vez comenzaremos con mi país de origen, Brasil.
A menudo me arrepiento de las ocasiones en las que ignoré la historia de algún fundador porque inicialmente no parecía demasiado prometedor. Por eso, comienzo con las historias de tres brillantes empresarios de Brasil en los que nadie creía y que desde entonces han inspirado a millones, incluido yo.
Flávio Augusto y Wise Up
Wise Up es hoy en día la escuela de inglés más grande de Sudamérica. Pero no solo es la escuela más grande sino que ha cambiado para siempre el mercado gracias a la visión contundente de su fundador, Flávio.
Lo descubrí por primera vez tras escuchar un podcast brasileño llamado «Jovem Nerd». Los giros que dio su vida lo vieron fundar y luego vender su empresa, solo para volver a comprarla unos años más tarde y aumentar su valor.
Todo comenzó cuando él trabajaba en una enorme escuela de idiomas como vendedor. Aprendió todo sobre las ventas y el negocio educativo en sí. Con el paso del tiempo, Flávio se convirtió en el mejor empleado de la empresa.
Después de trabajar unos años, se dio cuenta de todo lo que estaba mal con el modelo del momento. Pero, cuando sus gerentes se negaron a escuchar sus ideas, él hizo lo mejor que podía hacer: comenzó desde cero.
Flávio se arriesgó al sacar un préstamo de tasa de interés altísima cuando alquiló una oficina y contrató personal. Sin embargo, sabía que valía la pena porque el objetivo era claro: hacer que la escuela fuera rentable en el primer año. Una hazaña para cualquier startup.
Se sentó en su silla en su oficina nueva y vacía en Río de Janeiro y comenzó a hacer llamadas telefónicas. Entrenó a su equipo en ciernes para vender como él, hasta que dominaron el arte del cold calling.
En ocho meses, la escuela ya había reclutado 800 estudiantes y Flávio se sintió lok suficientemente seguro como para abrir una segunda escuela en São Paulo. Wise Up consiguió a más de 3,000 estudiantes antes de llegar a su segundo año.
Después de todo esto, Flavio concluyó que ya había hecho lo necesario para esa empresa. Se mudó a Estados Unidos con su familia tras cumplir el sueño de muchos emprendedores; el de vender su empresa.
Vendió Wise Up por R$887 millones (~US$320 millones en ese momento).
Muy impresionante de un emprendedor primerizo.
Emprendimiento. Segunda ronda
Cuando Flavio compró el Orlando City —un equipo de futbol estadounidense—, otra vez apareció el montón de gente que le dijo que estaba loco. Pero, de nuevo, vio lo que nadie estaba mirando.
Comenzó su investigación de mercado simplemente asistiendo a los entrenamientos de su hijo: la cancha estaba concurridísima. Siempre.
Después de realizar más investigaciones, descubrió que la audiencia promedio en un partido profesional de futbol en Estados Unidos estaba por encima del promedio de un juego profesional en Brasil; país conocido por su pasión por el balompié.
Para Flavio, fue una oportunidad única de ingresar a un mercado potencial que nadie más había visto.
Un año después, Orlando City ya jugaba en la Major League Soccer de Estados Unidos (MLS).
Fue durante su estadía en Estados Unidos que Flávio pensó en dedicar sus esfuerzos a la filantropía. Este objetivo debe haberle devuelto la mente a la educación, porque terminó en la misma empresa que había fundado hace tantos años.
Volvió a comprar Wise Up en 2015 por R$398 millones (~US$ 130 millones en ese momento) y después de solo tres años, su valoración se elevó a R$1,000 millones (~ US$200 millones).
Lo logró concentrándose en aquello que todo fundador debe priorizar al lanzar una empresa: la necesidad de crear valor. Un emprendimiento siempre debe, ante todo, crear valor. Tanto para las personas que compran su producto, como para sus empleados y para la sociedad.
La historia de Flávio nos cuenta algunos aspectos importantes en la creación de negocio: Ver, analizar, tomar decisiones a partir de riesgos calculados con propuesta de valor. El dinero le sigue.
Marco Gomes y el Boo-Box
Marco Gomes inició su camino hacia el éxito en 2007. Tenía 20 años. Venía de un barrio pobre de Brasilia.
Era un chico joven y excepcional. En uno de sus discursos, muestra una vieja foto al público y les pregunta: «¿Invertirían en este hombre?»
Es una buena pregunta: en la foto lleva una camiseta sin mangas y luce unas bellas rastas. No podía creer que este joven, en solo cuatro días, pudiera haber escrito el código de un programa que lanzaría su carrera.
El fundador y los fondos
Gracias a este hermoso código, Marco superó todas las desventajas que su apariencia podría haberle impuesto cuando se lo presentó a los VCs. Fajándose de los pantalones, se acercó, de puerta en puerta, a los inversores más imponentes hasta que finalmente alcanzó lo que deseaba.
Monashees—inversionista de 99 y Peixe Urbano—le otorgó una inversión de US$300,000.
Marco Gomes luego renunció a su antiguo trabajo y se mudó a São Paulo para lanzar su empresa.
Al principio, quería crear un código de fuente abierta. Es por eso que necesitaba ese dinero de Monashees, para darse el runway suficiente para tener éxito, especialmente porque sus planes cambiaron en grande.
Al principio pensó que Boo-Box necesitaría tres meses para conseguir su primer cliente y seis meses para pagar las facturas. Le tomó 18 meses conseguir su primer cliente y mucho más hasta que pudiera pagar las facturas.
Tras siete años de existencia, Boo-Box cuenta con más de 700,000 usuarios y ha llegado a 67,000,000 personas a través de su plataforma.
Después, Marco vendió la empresa a un socio. Para él, era hora de pasar a otros proyectos.
Marco Gomes comenzó su carrera desde un comienzo humilde, persiguió sus sueños, tuvo una idea innovadora y creyó que podía hacerlo. Y así lo hizo.
Robinson Shiba y China in Box
Antes de Robinson Shiba, el disk-pizza —un servicio de entrega que tenían algunas pizzerías— era el único servicio de entregas de comida que tenía Brasil en ese momento. Así es; no teníamos ningún otro servicio que entregara nada más. Solo pizza.
Después de un viaje a los Estados Unidos en 1986, Robinson se dio cuenta de que había una gran demanda de comida china que entregaban en cajas de papel. Esto llamó la atención de Robinson.
Al regresar a Brasil, con solo un modelo de negocios en mente, Robinson partió de cero en un mercado que mostraba poco interés en expandirse.
Después de seis años y algunos intentos fallidos con sus hermanos y amigos, crearon China in Box. La primera dark kitchen —un restaurante exclusivamente de entregas— de Brasil. Y todo en un mundo sin Ifood, Rappi o el internet.
Pero Robinson tenía un obstáculo más oscuro que superar: el prejuicio de Brasil contra la cocina asiática.
¿Su solución? Dejar la cocina a la vista de todos. Con el corazón del restaurante abierto al escrutinio del público, nadie podía decir que su higiene no era nada menos que perfecta.
Hoy cuenta con más de 230 tiendas franquiciadas en 22 estados brasileños y cinco restaurantes en México, alcanzando ingresos de más de US$57 millones anuales a partir de 2017.
¿Qué podemos aprender de estos fundadores?
Todos queremos triunfar. Ya sea en nuestras carreras, nuestros pasatiempos o nuestra vida amorosa. Pero cómo lo logramos es otro asunto.
De hecho, hay algunos puntos de este artículo que creo que merecen ser destacados. Estos a menudo se ven como puntos de tropiezo para el éxito, pero no lo fueron para estos Fundadores.
Ninguno de estos emprendedores:
- tenía acceso irrestricto al dinero
- quedó satisfecho con el estado del mercado al que estaban ingresando
- tuvo suerte. Su éxito provino de años de preparación, estudio y prueba
Lecciones que podemos aprender de estas historias
- Prepárate antes de dar el salto: como lo hizo Flávio antes de dejar su trabajo y empezar su propio negocio.
- En ausencia de dinero, la perseverancia puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso; Marco Gomes no provenía de un lugar adinerado, tuvo que abrirse camino a través de su credibilidad en la programación.
- No esperes a que las condiciones estén 100 por ciento a tu favor para lanzar una idea; Flávio vio el potencial y abrió su escuela. Sabía que esperar y ahorrar no era una posibilidad. Tomó un riesgo calculado sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.
- No te subestimes. Si Marco hubiera escuchado el prejuicio que rodeaba su apariencia, con rastas y todo, es posible que no hubiera tenido la confianza para acercarse a un gran e importante capital de riesgo.
- Si aún no tienes una idea de que emprender, aprende a observar tu entorno; Shiba no hubiera estado caminando por una calle estadounidense con los ojos bien abiertos a la última tendencia, podría haber acabado como un dentista y no un emprendedor. No habría habido ninguna revolución en el mercado de alimentos brasileño.
Es frecuente ver a un amigo emprendedor a punto de darse por vencido. Lo que los diferencia del resto es su voluntad de perseverar.
Cuando leas estas historias, recuerda, el mundo necesita el regalo que solo tú le puedes dar.
-DR