Hoy nos tomamos nuestro Morning Coffee con Bruna Paese, fundadora de Iubi
Contxto – Mi fascinación por América Latina comenzó a una edad muy temprana.
No es normal que una niña brasileña se declare latina. Hubo una época durante mi adolescencia en la que colgué un mapa, que abarcaba desde Chile hasta México, como símbolo de la meta que quería alcanzar: comprar un automóvil y viajar a lo largo del mapa.
Todavía lo es, pero ahora agregué hacer ese viaje en un Tesla.
En ese entonces, el sueño se basaba más en la curiosidad, apreciación y, por supuesto, como cualquier adolescente latinoamericana: rebeldía.
Siempre que pude, me aseguré de estudiar y visitar ciudades por todo el continente, incluyendo Brasil. Quería entender su historia y aprender de su gente: cómo viven, comen y cómo toman las decisiones más importantes en su día a día.
Pero, la forma en que el resto del mundo nos percibe a nosotros los latinoamericanos también tiene que ver con una falta de comprensión y una idea, que no es del todo errónea, más bien superficial y llena de errores y malentendidos.
El acceso lo es todo
Entender la verdadera realidad requiere de mucha empatía y tiempo. Somos mucho más que el exótico patio de los Estados Unidos, mucho más que una economía enorme, más que un hub de demandas políticas y sociales complejas, más que solo excelentes productores de telenovelas. América Latina es mucho más de lo que crees.
La calle. Si sales a la calle -antes de la pandemia que puso a casi todo el continente en aislamiento- puedes entender bastante sobre nosotros.
Por supuesto que generalizar es como hacer un análisis a ciegas. La vida en El Salvador tiene problemas completamente diferentes que la de, por ejemplo, Uruguay. Cada lugar tiene su propia forma de generar acceso a los recursos como el trabajo y el capital y este acceso no está vinculado directamente con una o dos variables.
Como en todos los escenarios geopolíticos, es de suma importancia entender las dificultades políticas, sociales, económicas, culturales y regionales desde un punto de vista contemporáneo e histórico.
Sin embargo, en todo el continente podemos encontrar muchísimas similitudes y son estas las que me hacen creer que compartimos una esencia similar.
Debemos comenzar por comprender la forma en que se dividen los recursos dentro de América Latina, la forma en que vivimos y lo que producimos, cómo la corrupción y la burocracia les permite a los sectores públicos y privados hacer dinero.
De hecho, la distribución en América Latina está estrechamente vinculada con una cultura de sacar provecho de los demás y de hacer mal uso de lo que no nos pertenece.
No olvidemos que todo eso se deriva de siglos de colonialismo y de ideas retrógradas que impusieron graves limitaciones al desarrollo y el acceso.
Comprender nuestras crisis políticas y económicas y cómo las hemos manejado abre la posibilidad de entender por qué hay tanta hambruna en América Latina – no solo las 42.5 millones de personas sin comida, sino también una mentalidad predominante de luchar y sobrevivir.
Sin embargo, algo que hemos entendido claramente, tan claro como el mar del Caribe, es el hecho de que el acceso es un privilegio limitado a una pequeña parte de la población.
¿Cómo defines el “acceso”? Las preguntas tan simples como “¿Puedo asegurar una inversión? O “¿Tengo servicios sanitarios básicos?” delimitan quiénes tienen y quiénes no tienen diferentes tipos de acceso.
La desigualdad ha sido nuestro desafío más persistente y la nueva economía, la innovación, las startups y la forma en que innovamos sistemas antiguos es la mejor forma de enfrentarlo.
Más allá de las adversidades
Existen muchas historias excelentes que ejemplifican cómo el ecosistema de startups está enderezando las disparidades regionales.
Por ejemplo, Colombia tiene a algunas de las personas más creativas del planeta y se están destacando en el campo de la inteligencia artificial (IA).
Esta es una oportunidad para reconocer algo importante: la IA no solo se trata de tecnología, sino de qué tan bien esta puede entender, cuestionar y reproducir nuestro mundo para ayudarnos a promover un mejor acceso para todos.
Hubo una buena razón detrás de la decisión de DeepLearning -una de las compañías que está expandiendo los límites de la IA- de establecer su primer oficina latinoamericana en Medellín.
La IA es el escenario ideal para los creativos y los inconformes. Ahora más que nunca, dado que Covid-19 desafió nuestro estilo de vida, la creatividad y adaptabilidad son las claves para continuar sobreviviendo y prosperando.
Un excelente ejemplo de transformar algo negativo en algo positivo, es Nubank de Brasil. La startup se dió cuenta de que una de las cosas más valiosas que tenemos en terras brasilis, es el acceso al crédito, el cual es costoso, en parte por la extrema ineficiencia de los bancos. Nubank ató cabos y se preguntó: ¿por qué no facilitar el crédito y ser eficientes?
Suena obvio y a la vez brillante y lo es.
Crear a partir de las crisis
De hecho, América Latina ya tiene experiencia con las crisis – y de sacar provecho de una. Por ejemplo el éxodo de excelentes emprendedores y profesionales en la región en los últimos años que nos ha dado la oportunidad de conocer a muchos venezolanos talentosos.
He trabajado con excelentes diseñadores y profesionales muy comprometidos que siempre me impresionaron con su capacidad de crear acceso a una nueva vida, tranformándose constantemente y mirando hacia el futuro. En Chile, es común que tu conductor de Beat sea venezolano o que te los encuentres preparando comida deliciosa en la calle o creando su propia compañía y espacio.
La creatividad también se puede encontrar en Brasil y México con sus industrias de excelencia mundial del arte y el entretenimiento. Los mercados culturales y de entretenimiento mueven mucho dinero en el continente, ya sea a través de la música, telenovelas, los medios, el fútbol, el contenido por internet y más. ¿Qué es el entretenimiento sino una pequeña parte del acceso de una persona a las emociones y la felicidad?
La creatividad también se puede encontrar en el mercado negro. En Chile, es extremadamente sencillo comprar drogas ilegales a través de apps hechas para otros fines, como Grnder.
El éxito del comercio ilegal que trabaja con las tecnologías más avanzadas disponibles como bastión de la economía en América Latina, es un sombrío recordatorio de cómo la economía formal no ha atendido a la mayor parte de la población en la región.
Del mismo modo, las protestas como las que hemos visto en Chile, Perú, Bolivia, Colombia, Puerto Rico no se deben a millennials malcriados ni a un complot de la infame izquierda latinoamericana, como muchos quieren señalar. Se debe principalmente a problemas estructurales enormes que conducen a una insatisfacción política masiva.
Si observas más a fondo te darás cuenta de que lo que estoy planteado es: si se supone que todos tenemos derecho a los beneficios que el capitalismo trae consigo, entonces, ¿por qué solo unos cuantos sí los tienen?
Los trucos del oficio
Cuando menciono al capital y los recursos, me refiero a todo:
Cómo financiar un proyecto/compañía, cómo establecer una compañía, las reglas, los impuestos, el apoyo, cómo facturar, cómo ganarse la confianza del mercado, cómo crear oportunidades, cómo vivir dignamente y cómo la burocracia gubernamental y la estructura tradicional pueden volverte loco.
Solo demoré días en montar y abrir mi compañía en Chile, incluyendo una cuenta de banco, en Brasil el mismo proceso me tomó ocho meses.
Ese es otro problema con nosotros, para tener acceso al capital en cualquier país latinoamericano, necesitas tener a la mano tres trucos importantes pero nada oficiales:
- Quién te presenta/a quién conoces
- De dónde vienes a menudo es más importante que lo que has logrado
- Qué cosas generarán beneficios de forma individual (en algunos casos de forma ilícita)
La dinámica se corrompe cuando genera espacios para la corrupción y la injusticia. Estos «trucos» alejan a América Latina de importantes baluartes sociales, como la responsabilidad, confianza y compromiso y, también retrasa el desarrollo económico.
Esto no pasa porque las personas sean malas. He trabajado en toda América Latina y he visto que la gente realmente quiere adquirir soluciones sustentables y trabajar éticamente. Pero solo unos cuantos asumen los riesgos y casi nadie quiere cambiar los procesos tradicionales, incluso aunque las cosas avancen lento y con defectos.
Como bien dice el principio de Hanlon: “Has atribuido a la villanía condiciones que resultan simplemente de la estupidez”.
Parte de la ineficiencia viene de la corrupción, sí. Pero la gran mayoría de las limitaciones se deben al conflicto con nuestra falta de capacidad para crear mejores soluciones para las personas de una manera eficiente.
En la mayoría de los casos no se busca resolver los problemas y la «solución» más común es parcharlos o simplemente deshacernos de ellos por completo. Posponemos las soluciones reales y, como consecuencia, creamos sistemas mucho más complejos e ineficientes.
Ahora más que nunca, la rapidez y eficiencia son necesarias para recuperarnos y construir un mundo sostenible y mejor para todos una vez que termine la pandemia.
Es una excelente oportunidad para innovar. No solo en la infraestructura o generando más acceso al capital, sino en todos los sectores que existen. Podemos crear mejores ecosistemas que nos beneficien a todos de una manera ética y justa.
Además del drama, también amamos la innovación
Pero el amor que los latinoamericanos sienten por la innovación no significa que sepan cómo innovar.
Después de años de intentar venderles tecnología e innovación a las empresas, me he dado cuenta de que es la cosa más inútil que existe. Yo lo describo así:
La gente se sienta alrededor de una gran mesa redonda durante largas juntas, listos para innovar.
“¿Deberíamos implementar blockchain?”
“Creo que mejor hay que invertir en IA.”
“Si, estoy de acuerdo, somos una compañía de datos”.
Todo para que, al final, decidan clasificar una tonelada de datos que tienen almacenados para no volverlos a usar nunca más. Claro que lo consideran un buen activo, incluso aunque no genere información…o valor.
Esta tragedia no es el resultado de no saber qué hacer con productos o servicios nuevos, sino más bien se trata de la ineficiencia y de todo el trabajo que implica ponernos al día tecnológicamente. Se trata del miedo al cambio que entra en conflicto con la sensación de estarse perdiendo la madurez o evolución de la tencología.
Perdón por ser tan repetitiva, pero todo este problema se deriva de una falta de acceso. Esta vez se está perdiendo el acceso a soluciones innovadoras.
Se han dado pasos en la dirección adecuada. Algunos gobiernos y compañías privadas se comprometen a promover la innovación y a fomentar la eficiencia y el acceso al capital.
Un ejemplo perfecto del que tuve el placer de formar parte es en Chile. La mayoría de nosotros sabemos sobre la innovación en Chile por el reconocido e internacional programa, StartUp-Chile, pero los incentivos y el programa provienen de una agencia gubernamental mucho más grande e importante llamada Corfo.
Corfo proporciona capital y determina los desafíos que el país necesita resolver en infraestructura, salud, alimentos y también los tipos de soluciones sustentables que se necesitan con mayor urgencia.
Todas estas iniciativas son la luz al final del túnel, pero no es ni de cerca todo lo que se necesita para compensar años de desigualdad, opresión y atraso.
Los verdaderos emprendedores: social underdogs
Entonces, ¿cómo sacamos a toda una región de este problema histórico? La respuesta podría estar exactamente donde los problemas de desigualdad, opresión y atraso están más presentes.
La gran diferencia entre los emprendedores de Latam y los del resto del mundo es: la mayoría están literalmente hambrientos.
Principalmente en las calles circula una enorme cantidad de dinero sin una regulación real, esto ocasiona que parte de esta población sea invisible. Durante la reciente emergencia sanitaria por coronavirus, más de diez millones de personas en Brasil pidieron apoyo financiero pero no tenían una cuenta de banco.
En las calles es donde existe una verdadera necesidad de soluciones. Es en las calles donde se necesita y, de donde con suerte se originará, la próxima ola disruptiva.
Los verdaderos emprendedores son los que se levantan temprano y duermen tarde, sin importar sus circunstancias, para seguir moviendo a la economía.
América Latina es prueba de que la adversidad también puede crear grandes personas. Los empresarios argentinos y peruanos recién salidos de una crisis son los emprendedores más completos que conozco.
Todos seguimos luchando contra esa hambre en nuestros estómagos.
Tenemos mucho en común y como excelentes underdgos, tenemos la singular ventaja de tener poco que perder y mucho que ganar. Es hora de ganar.
Bruna Paese es fabricante, consultora en innovación y negocios sostenibles, defensora de Latam y fundadora de Iubi, un compañero con IA creado para mejorar la salud de las personas. Dale tu opinión por Twitter or LinkedIn .