La empresa de proteínas moleculares Moolec Science es pionera en un novedoso enfoque de la producción sostenible de alimentos mediante la integración de genes porcinos en la soja. Esta iniciativa, que forma parte de un esfuerzo más amplio por reducir el consumo de carne y su impacto medioambiental, ha dado lugar a semillas de soja que expresan proteínas porcinas. Sorprendentemente, una cuarta parte de las proteínas solubles de estas semillas de soja modificadas eran identificables como derivadas del cerdo, lo que se consiguió sin necesidad de criar cerdos en granjas industriales.
El director general Gastón Paladini destaca que estas semillas de soja modificadas genéticamente no sólo tienen un tono más rosado, sino también un sabor más carnoso. Sin embargo, la posible aceptación en el mercado y la presencia en la mesa de estos productos es aún incierta. La innovación de Moolec forma parte de la continua búsqueda de la industria alimentaria por crear sustitutos de la carne de origen vegetal que imiten fielmente el sabor y la textura de la carne real. A pesar de los avances, el escepticismo de los consumidores sigue siendo un reto, sobre todo en lo que respecta al perfil de sabor y la textura.
Paladini señala que el crecimiento de la industria vegetal se ha visto limitado por estos factores, incluido el coste. Su estrategia con la soja «porky» de Moolec no es sustituir totalmente a la carne, sino ofrecer a los productores de carne una alternativa rentable mezclando esta soja en sus productos. Este enfoque podría reducir potencialmente los costes y el impacto medioambiental.
Moolec Science surgió de Bioceres Crop Solutions, que también está explorando otras innovaciones como plantas de guisantes que producen proteínas de vacuno y cártamos que producen coagulantes de leche. El objetivo más amplio es revitalizar la industria con estos ingredientes similares a la carne, pero aún está por ver el éxito en mercados más amplios. Entre los retos están los obstáculos normativos, como las estrictas normativas sobre OMG de la Unión Europea y el Reino Unido. A pesar de estos obstáculos, Paladini mantiene la esperanza de adoptar soluciones científicas para la producción sostenible de alimentos.