Elon Musk, que posee casi el 13% de Tesla, ha pedido el 25% del control de voto de la empresa. Esta demanda se produce tras su importante venta de acciones en 2022, por valor de 40.000 millones de dólares, con la que financió en parte su adquisición de Twitter. A pesar de ser el mayor accionista, la participación de Musk en Tesla ha disminuido, lo que le ha llevado a exigir una mayor influencia de voto.

El llamamiento de Musk para obtener un mayor poder de voto coincide con una fase difícil para Tesla, marcada por una importante caída del valor de mercado y la reducción de los márgenes de beneficio. Este periodo se complica aún más por los procesos judiciales de Musk y una demanda de accionistas que alega la falta de independencia del consejo de Tesla al conceder a Musk un premio por rendimiento de 55.000 millones de dólares en 2018.

En medio de estos acontecimientos, Musk ha expresado sus reservas sobre la expansión de las ambiciones de Tesla en materia de inteligencia artificial y robótica sin un control suficiente de los votos. Ha insinuado la posibilidad de perseguir estos intereses fuera de Tesla si no se satisface su demanda de mayor influencia. La capitalización bursátil de Tesla, a pesar de los recientes descensos, ha experimentado un crecimiento sustancial desde 2018, pero el acuerdo de Musk con Twitter ha afectado a su situación financiera y a la valoración de Tesla.

La postura de Musk sobre la identidad de Tesla como empresa automovilística, energética o de IA sigue siendo un punto de debate. Su reciente creación de xAI, una startup que compite con las principales empresas de IA, plantea dudas sobre el posible solapamiento o mejora de las capacidades de IA de Tesla. La situación subraya la complejidad del liderazgo y la toma de decisiones de Musk en sus diversas empresas.