El sueño -y la necesidad- de muchos emprendedores de América Latina es conquistar el mercado y atraer la mirada de los inversores con la finalidad de obtener la mayor cantidad de financiación posible para sus startups.
Esa necesidad se fundamenta si tenemos en cuenta que una de las principales razones por las que las startups fracasan en sus primeros años es precisamente la falta de financiación para escalar el negocio, mientras que, en contraste, las rondas de financiación bien ejecutadas al inicio pueden determinar el éxito de una compañía.
Los VCs son clave para el ecosistema de emprendimiento, que depende en gran medida del capital riesgo para que las startups emergentes y proyectos prometedores tengan la posibilidad de consolidar sus productos o servicios en el mercado, desarrollar nuevas ideas y, de ser necesario, pivotar hasta convertirse en una empresa valiosa.
No obstante, muchos emprendedores fallan al creer que el éxito de una startup se mide directamente por la cantidad de capital que ha recaudado, lo que en algunos casos lleva incluso a salir en busca de rondas de inversión sin un plan claro sobre los objetivos, cómo se beneficiará la empresa al obtener ese financiamiento, y el impacto que eso tendrá a futuro.
OpenAI y la otra cara de las grandes rondas de inversión
Si bien los beneficios son bastantes, no hay éxito asegurado tras los millones de dólares. Muchas otras variables entran en juego, y cuanto más capital de riesgo recauda una startup, se hace más complejo mantener a flote la misión original. Los objetivos trazados, la filosofía de la empresa y los planes de crecimiento sostenible, pueden quedar en riesgo.
“Cuando una startup recibe grandes sumas de capital, puede sentirse presionada a enfocarse en el crecimiento a toda costa, lo que puede desviar la atención de la construcción de un modelo de negocio sólido y sostenible”, dice Santiago Rojas Montoya, Managing Director de Cube Ventures. “Además, estas rondas pueden afectar la estructura de la empresa, con una dilución significativa para los fundadores y una mayor influencia de los inversionistas en la toma de decisiones”, analiza Rojas.
Recientemente ha llamado la atención el caso de OpenAI. La gigante de la inteligencia artificial nació en 2015 como una organización sin ánimo de lucro con la misión de asegurarse de que la inteligencia artificial se desarrolle de manera segura y con un impacto humano positivo, algo que, en su momento, solo sería posible “sin estar limitados por la necesidad de generar un retorno financiero”.
Pero a partir de 2019, bajo cuestionado liderazgo de Sam Altman, la misión de la compañía comenzó a cambiar al punto de crear un brazo con fines de lucro que a la fecha le ha permitido alcanzar una valoración de 157.000 millones de dólares por parte de empresas como Microsoft, Nvidia, SoftBank, Khosla Ventures, entre otras.
Aunque ese movimiento estaría justificado en la necesidad de realizar las enormes inversiones que se requieren para desarrollar IA de vanguardia, ahora OpenAI se está dirigiendo hacia un polémico movimiento en el que operaría como una organización con fines de lucro, eliminando los compromisos con la organización sin fines de lucro, que es donde se dirigen la mayor parte de las ganancias de la compañía para desarrollar proyectos de impacto.
“Estas rondas también pueden traer desafíos importantes que a menudo no se discuten con la misma frecuencia”, menciona Santiago Rojas. “Uno de los mayores riesgos de levantar grandes cantidades de capital sin un camino claro hacia el aumento de la valoración es la posibilidad de enfrentar una «downround», donde la empresa se ve obligada a levantar capital en una valoración inferior a rondas anteriores. Esto puede destruir valor y dañar la confianza tanto de los inversionistas como del equipo”, concluye.
El caso de OpenAI solo podía terminar de una manera: una disputa interna en la que a finales de 2023 varios miembros de la junta directiva comenzaron a chocar con las ideas de Altman y acordaron eliminarlo de su rol como CEO, pero tras la crisis mediática que esto generó, terminó reincorporándose pocos días después a su cargo, haciéndose de nuevo con el poder en medio del caos. Ahora su liderazgo ha derivado en la renuncia de diversos líderes y ejecutivos de la empresa, incluyendo los demás cofundadores originales.
Esta, y muchas otras historias similares a lo largo de los años, representan buenas lecciones para los fundadores latinoamericanos que en algún momento se ven atraídos mayormente por cuál será su ronda más grande.
¿Qué dicen los VCs de América Latina?
Muchos de los unicornios actuales se beneficiaron de ese impulso para despegar al lograr una ronda de financiación inicial bien ejecutada. Pero a medida que los niveles de inversión en startups de América Latina se estabilizan en una línea más modesta después de la explosión de capital invertido en startups de la región en 2021, los VCs se están enfocando en startups y emprendedores que crean valor y pueden demostrar mucho más que una idea revolucionaria.
“El levantamiento de capital no debe ser el objetivo final, sino un medio para crear empresas sostenibles que transformen vidas y generen valor a largo plazo”, asegura Roberto Ponce Romay, General Partner de Cube Ventures. “Creemos que el éxito se mide por la capacidad de una empresa para generar ingresos recurrentes y escalar de manera eficiente, no solo por la cantidad de capital levantado”, concluye.
Por su parte, Boris Lancheros, CEO de la firma especializada en VC Lanchmon, destaca que “Medir el éxito de una startup basándose solo en la cantidad de dinero que recibe de inversionistas externos es una visión limitada y potencialmente errónea (…) Hay otros factores cruciales para el éxito a largo plazo, como la tracción del mercado, la experiencia y la capacidad del equipo fundador, un modelo de negocio sostenible, la innovación del producto o servicio, y el impacto positivo que genera”.
En definitiva, las grandes rondas de inversión pueden ser una herramienta poderosa para acelerar el crecimiento de las startups, permitiéndoles escalar rápidamente, contratar talento clave, y expandir operaciones. Sin embargo, este no es el único factor que se debe tener en cuenta para determinar el éxito de una empresa emergente.