La startup australiana de software de diseño Canva está a punto de finalizar un acuerdo que permitirá a los empleados e inversores de toda la vida vender acciones por valor de más de 1.000 millones de dólares.
Esta importante transacción no pretende recaudar nuevos fondos para Canva, sino facilitar liquidez a los accionistas existentes, valorando la empresa en unos consistentes 26.000 millones de dólares. Este movimiento forma parte de una tendencia más amplia entre las empresas tecnológicas privadas, como OpenAI y SpaceX, de permitir las ventas en el mercado secundario, ofreciendo una vía para que las partes interesadas moneticen su inversión sin tener que recurrir a ofertas públicas.
Esta oleada de acuerdos privados está cobrando impulso a medida que muchas empresas tecnológicas aplazan sus OPV, con la vista puesta en 2025 o más allá. En este contexto, el enfoque de Canva representa un giro estratégico para proporcionar flexibilidad financiera a sus accionistas. La empresa, que es rentable desde 2017 y tiene unos ingresos anualizados de 2.000 millones de dólares, aprovecha su sólida posición financiera para negociar estas ventas secundarias, con bancos de inversión que orquestan las transacciones para atraer a inversores a largo plazo.
Mientras tanto, en el mercado más amplio, los primeros inversores suelen estar dispuestos a vender con descuento, especialmente dados los retrasos en las posibles ofertas públicas y el enfriamiento de las valoraciones tras el reciente auge de la financiación. Las últimas y actuales ventas secundarias de Canva, por ejemplo, están marcadas en torno a un 35% por debajo de la valoración máxima de 40.000 millones de dólares de su recaudación de fondos de 2021. Estos ajustes reflejan un nuevo pragmatismo en el panorama de la inversión privada, que equilibra las necesidades inmediatas de liquidez con las consideraciones de valor a largo plazo.
A medida que evoluciona el mercado de ventas secundarias privadas, se convierte en una herramienta cada vez más importante tanto para las empresas como para los inversores, proporcionando una alternativa flexible a las ofertas públicas tradicionales o a las adquisiciones.
Esta tendencia subraya un cambio dinámico en la forma en que las empresas emergentes y los inversores gestionan el crecimiento y la liquidez en un entorno económico que cambia rápidamente.