Contxto – La fintech Finnu consiguió una ronda de inversión pre-semilla de €700,000 (US$800,000) para poder lanzar sus soluciones creativas al eterno problema de la falta de créditos personales en los mercados mexicanos y latinoamericanos.
La inversión fue liderada por Speedinvest (Austria), Kima Ventures (France), Seedrocket4founders Capital (España) y ArkFund, así como dos ángeles importantes de Reino Unido y Bolivia.
Habrás notado que hay muchos nombres europeos y no es coincidencia.
Verás, los fundadores de la compañía no solo son del otro lado del mar (Piotr Godzinski de Polonia, Julian May de Alemania, y Ruchali Dodderi de la India), su primea sede se estableció en Barcelona y su TI se gestiona desde la India.
Entonces, espera, ¿cómo es que esta compañía entra como latinoamericana? La clave es esta:
Finnu no opera con un solo producto dentro de Europa ni Asia, todo su enfoque está y seguirá estando, en el mercado latinoamericano. Su plan es lanzar en México para agosto del 2020.
Después, quieren expandirse a Colombia tan pronto como sientan que ya están establecidos.
En una entrevista exclusiva con Contxto, hablé con dos de los tres fundadores para saber qué fue lo que los hizo abandonar sus mercados nativos y optar por otras (mejores?) opciones.
¿México necesita otra fintech?
Finnu ya tiene oficinas en el elegante vecindario de Polanco en la Ciudad de México y es ahí donde probablemente hubiera tenido mi reunión con May y Godzinski de no haber sido por el coronavirus.
Así es Covid-19, te obliga a cambiar de planes y Finnu no fue la excepción.
Al principio, mostré sin tapujos mi escepticismo sobre el lanzamiento de otra fintech en el saturado mercado de México.
Resulta que esto sí fue un obstáculo al que se enfrentaron los fundadores de Finnu desde el inicio pero lograron esquivarlo, en parte, gracias al coronavirus.
Product-market fit en el saturado mercado fintech
La razón por las que las compañías son tan prolíficas en México se debe a la tormenta perfecta que se formó gracias a un mercado enorme sin explorar, más oportunidades financieras gigantes.
Como hemos discutido a menudo y a profundidad, América Latina es un desierto crediticio para prácticamente todo el mundo. Los bancos tradicionales simplemente no le prestan a la gente.
En consecuencia, ha habido una explosión bien intencionada de soluciones fintech en México durante los últimos años. Según nuestras cuentas, solo en términos de neo y challenger banks de México, existen más de una docena de competidores bien establecidos.
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Finnu probablemente lo sabía, por lo que al principio, la inclinación de la compañía estaba más enfocada en el mercado europeo y en los seguros. Específicamente, en los seguros para efectos personales.
Cuatro semanas después del inicio de un programa de aceleración alemán, W1Forward, de la insurtech Hub Munich, se dieron cuenta de que no tenían un buen product market-fit para su modelo de negocio.
Sin embargo, rápidamente se dieron cuenta de que habían dado con algo, solo tenían que cambiar su enfoque y modelo de negocio y de hemisferio… ¡Eso sí es pivotar! Pero funcionó, dado que eso fue lo que los llevó a esta ronda de inversión.
La plataforma inicial para seguros únicos y on-demand no iba a funcionar en Europa, pero descubrieron que era posible en América Latina. Entonces se fueron a una aceleradora en Medellín donde tuvieron su segunda epifanía:
Sí, su solución funcionaba para América Latina, pero había una oportunidad aún mayor que nadie estaba cubriendo; el crédito individual.
De una buena solución a una solución brillante
“Pero, espera”, dirás, “¿y qué me dices de las fintechs latinoamericanas que acabas de mencionar?”
Si, con toda su investigación de mercado en los seguros, Finnu se dió cuenta de eso, pero en lugar de asegurar sus dispositivos, la gente los usaba como activos para canjearlos por dinero en las casas de empeño.
El pivote de la fintech fue simple pero ingenioso:
Finnu le prestaría dinero a la gente por sus dispositivos personales y todo se haría en línea. Bueno, no completamente en línea…
De hecho la solución inicial de Finnu era ser un modelo híbrido donde se quedaban con los dispositivos de la gente como garantía con la ayuda de servicios de logística como los de iVoy.
Este punto me dió escalofríos. En el pasado he aprendido sobre las dificultades de las soluciones digitales dependiendo del almacenamiento físico y la logística. A menudo no salen las cuentas; solo echa un vistazo a las recientes problemas de Kichink.
Extrañamente, Covid-19 demostró ser el catalizador que la compañía necesitaba para crear una solución que de verdad sirviera para resolver el dilema.
Al final, Finnu se volvió completamente digital. Eliminaron la recogida y almacenamiento de los celulares de la gente y en su lugar, simplemente se proporciona la contraseña del administrador a la compañía.
De esa forma, el cliente recibe el préstamo, se queda con su celular y si no pagan, fácil, simplemente Finnu limita las funciones.
Así de sofisticado es este sistema: no hay necesidad de apagar el celular por completo. Quizá puedas seguir haciendo llamadas, pero ya no tendrás acceso a Facebook.
El futuro de Finnu
La tecnología ni siquiera es tan nueva. Las empresas han estado pidiendo contraseñas de los dispositivos de las compañías desde hace mucho. Si un empleado despistado pierde su celular, la compañía simplemente bloquea cualquier información confidencial.
El truco detrás de llevar esta tecnología al mercado de consumo es que, antes cuando tenías que renunciar a tu celular con la casa de empeño, podías darte cuenta de que no lo necesitabas en realidad.
Pero ahora, al seguir teniendo la libertad de usarlo, estás reafirmando tu necesidad de pagar la deuda, dado que todavía le estás confiriendo valor operativo del celular.
Además, la digitalización completa también tiene varias ventajas:
Finnu dice que, como tienen garantías que no tienen que transportar o almacenar, pueden cobrar hasta ocho veces menos que otras soluciones fintech, incluyendo a Kueski o Branch.
Aparte de eso, pueden lanzar en todo México al mismo tiempo, dado que ni siquiera están atados a temas de almacenamiento físico o de trasnporte, solo a los que tienen que ver con regulación/legales.
“Democracia financiera” y ética en fintech
Pero estaba más intrigado por lo que había por venir.
Por un lado, la “democratización de las finanzas” de la que tanto hablo, parece ser una posibilidad con esto.
El tema salió a colación porque May y Godzinski insistieron que “no somos una casa de empeño digital”.
En cambio, dijeron que eran, bueno, pues, no habían resuelto la redacción con el departamento de mercadotecnia.
Ellos dicen que la diferencia es que, al prestar dinero, en realidad estarán creando el historial crediticio de un cliente frente al Buró de Crédito. Muy diferente a los préstamos abusivos a menudo asociados con las casas de empeño.
¿Quizás, el término para Finnu es “solución de crédito personal respaldada por garantías”? (Por eso no trabajo en mercadotecnia).
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IdC
Finalmente, les pedí a los fundadores que observaran con detenimiento el futuro distante. ¡El año 2025! O cuando el Internet de las cosas (IdC) se convierta en una realidad aún más frecuente.
Me preguntaba en voz alta si, pronto, Finnu sería capaz de diversificarse de teléfonos, mesas y aparatos a prácticamente cualquier electrodoméstico.
En realidad, es bastante espeluznante si lo piensas. El IdC les permitiría desactivar la configuración de “delicados” en las lavadoras, la función de batido en las licuadoras e incluso el aire acondicionado. Imagina tener una casa inteligente que simplemente no te va a responder.
Afortunadamente, esta distopía no está aquí por dos razones. En primer lugar, Godzinski señaló que IdC depende más del mercado que ellos. Sin embargo, señaló que la tecnología ya existe en algunos automóviles y televisores.
Pero, a un nivel más ético, este no es un resultado probable. Uno de los planes futuros a corto plazo de Finnu es participar en la famosa “educación financiera” sobre la que todos hablan.
Como yo lo veo, si por lo menos una parte del dinero de su actual inversión la dirigen a esto, por lo menos les otorgaré mi codiciado sello de aprobación de educación financiera.
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-AG
Traducido por Alejandra Rodríguez