La empresa, iniciada por luminarias de la tecnología como Elon Musk, fue diseñada para ser más abierta que sus homólogas como Google en el desarrollo de la IA. Las declaraciones fiscales de OpenAI afirmaban sistemáticamente que los documentos rectores y los estados financieros eran de acceso público. Sin embargo, cuando WIRED solicitó estos documentos, la respuesta del portavoz de OpenAI, Niko Felix, indicaba un cambio de política desde 2022, alineándose más con las normas del sector de no distribuir documentos internos.
Esta falta de transparencia se produce en medio de la reciente agitación dentro de OpenAI, incluido el despido temporal y la reincorporación del director ejecutivo Sam Altman. Comprender la influencia de las inversiones personales de Altman y los posibles conflictos de intereses en el proceso de toma de decisiones de OpenAI sigue siendo difícil sin tener acceso a la política de conflictos de intereses de la empresa.
El cambio de OpenAI hacia un enfoque más cerrado es evidente desde 2019, cuando formó una filial con ánimo de lucro y se alineó estrechamente con Microsoft. Este cambio ha llevado a una menor apertura sobre su tecnología de IA y sus operaciones financieras. A pesar de la afirmación de Altman de que los clientes de OpenAI se mantuvieron leales durante su crisis de gobierno, la falta de transparencia podría afectar a la confianza pública y a las relaciones reguladoras.
La declaración de la renta de OpenAI correspondiente a 2023, que reflejaría este cambio de política, deberá presentarse a finales de este año. Aunque los informes anuales de Hacienda de la organización sin ánimo de lucro están disponibles en Internet a través de varias bases de datos, la negativa a compartir documentos internos limita el conocimiento de las operaciones y la gobernanza de la empresa. A medida que OpenAI crece en influencia, las implicaciones de su reducida apertura y el posible impacto en el desarrollo y la ética de la IA siguen siendo motivo de preocupación.