Esta semana nos tomamos nuestro Morning Coffee con Marcelo de Fuentes, fundador y director general de Fundary
Contxto – Privilegiar el acceso al uso de un bien sobre poseerlo. Esta es una de las megatendencias que estudios de Euromomitor y Ernst & Young definen como representativas de las nuevas generaciones, modificando la lógica de compra y uso. Fenómeno visible principalmente en activos fijos como casas, autos, mobiliario y otros.
Ser propietario de uno de estos bienes no solamente resulta ineficiente desde el punto de vista financiero (ya que no se otorga importancia al posible valor futuro del mismo el cual, por cierto, es por demás incierto), sino que es visto como una atadura en un mundo.
Un mundo en el que las modas son rápidamente cambiantes (“fast fashion”) y la libertad de movilidad territorial una victoria generacional irrenunciable.
¿Golpe de timón para la tendencia colaborativa?
Para un joven en sus veintes, soñar con una casa para cuando la familia crezca, un mueble que heredar a futuras generaciones o comprar un auto que exalte el sentido de pertenencia a un grupo social resulta anacrónico.
Más bien parecen pláticas en una sala estilo Chippendale con carpetitas en los descansa brazos, bebiendo vermouth en un vaso de cristal cortado y escuchando Los Platters… Como puedes darte cuenta, querido lector, lo que acabo de hacer es una proyección que denota las veces que he completado ciclos de traslación en este precioso planeta tierra.
Y esto no solamente estaba sucediendo de manera más que veloz, sino que comenzaba a modificar hábitos de compra y consumo de muchos otros bienes gracias al ingreso disponible como consecuencia de la redistribución del mismo.
Es decir, se estaba dando un efecto “elasticidad ingreso” que demostraba algunos principios de teoría económica y que beneficiaba sectores como el de viajes, espectáculos, restaurantes, bares, moda, tecnología, etc.
Pero de un momento a otro la vida cambió, sin coqueteo o preámbulo que nos preparara para un arremetimiento de tal magnitud. Pasamos de compartir para maximizar eficiencia al “no toques porque te infectas”.
Fuimos de asistir a eventos masivos de decenas de miles de personas, a poder entrar un solo miembro de la familia al supermercado. De abarrotar centros turísticos a no poder ni siquiera pisar una playa. De buscar “roomie” para salirme de casa de mis papás a regresar al núcleo familiar para estar acompañado en esta pandemia.
El frenazo fue tan violento e inesperado que fuimos a dar “de cara contra el parabrisas de la vida” sin recato y conmiseración alguna. Algunos autores argumentan que será un “golpe de timón” en la megatendencia de la economía colaborativa.
Insisten que el impacto psicológico dejará tan profunda cicatriz (vulgarmente, quedaremos ciscados) que nos tomará largo tiempo el volver a destinar el poco o mucho dinero que nos deje la crisis económica, en privilegiar el uso sobre la tenencia, lo cual reactivará ciertos mercados de capital y activos fijos.
Beneficios de la economía colaborativa
En este sentido me declaro totalmente en desacuerdo. La economía colaborativa, junto con algunas otras megatendencias, como las relacionadas con ecología y salud, no son un simple cambio de hábitos.
Son una modificación en la escala de valores y principios relacionados con lo que se espera de la vida, en donde se privilegia el presente sobre un futuro que, por aprendizaje, se sabe incierto y del cual se tiene un control limitado. Pero además de esto, hay un racional mucho más profundo que se relaciona con la eficiencia financiera y ecológica.
Economía a base de posesiones: desastre ecológico y económico
En un lugar como la Ciudad de México, un auto particular recorre aproximadamente 700 kilómetros al mes con una velocidad promedio de 35 kilómetros por hora. Esto significa que dicho vehículo es efectivamente utilizado 20 horas de un total de 720 que tiene el mes, menos del 3 por ciento.
Se use o no, la simple existencia de este activo pobremente utilizado tiene un impacto ecológico en el planeta y otro en nuestros bolsillos que no debemos permitir.
Claro está que la crisis de salud traerá consigo un bache muy importante en la economía colaborativa, pero estoy convencido que tendrá una forma de “V”.
Inclusive, cuando todo esto pase, la normalidad será la que se venía construyendo pero potenciada por una sociedad que habrá tomado mayor conciencia y será más racional que quienes salivaron cuando leyeron la palabra vermouth.
Atrás para tomar vuelo y despegar en ascenso vertical en la construcción de un mejor planeta.
Marcelo de Fuentes es fundador y director general de Fundary desde 2016, empresa mexicana de fintech que ofrece instrumentos de inversión al público en general y crédito a PyMEs a través de crowdlending, término que se refiere a un modelo de préstamos entre personas.