Amela: el punto de encuentro de las fundadoras de América Latina

Anais Cisneros y Michelle Fischman.

Michelle Fischman y Anais Cisneros, ambas peruanas que han trabajado en el mundo de startups, venture capital y tech, no podían creer lo que leían en una nota de prensa publicada en 2020: de los más de US$4 mil millones invertidos en financiamiento para Latinoamérica ese año, cero había ido a parar a startups exclusivamente creadas por mujeres. 

“Nos alarmamos. Dijimos porqué esto está pasando”, explica Fischman, quien vive hace cuatro años en México. “Y empezamos a investigar más”.

La dupla detectó varios factores. Hay unos estructurales, como que sólo el 20 por ciento de los startups del mundo tienen al menos una founder mujer por lo que hay una brecha que afecta el financiamiento. También, que las que existen tienen poca visibilidad y una falta de redes de apoyo. Y hay problemas más particulares: “Había también una característica que venía de ellas mismas: son más aversas al riesgo. Los hombres salen a levantar dos millones de dólares en rondas, las Female Founders piden menos capital”, explica Fischman. 

¿Está más retrasado Latinoamérica en cuanto al número de mujeres en la industria?

“Depende de contra qué lo compares; con EEUU sin duda estamos por debajo. Pero en comparación con Europa estamos unos puntos más arriba” 

¿En qué tipo de empresas se ven más mujeres emprendedoras en LatAm? ¿Tienen que ver más con nichos afines al género?

“Como está distribuida la comunidad de Amela, el número más alto está en e-commerce, y luego el porcentaje más alto es fintech. Hay muchas mujeres metiéndose en temas de educación, salud, SaaS. Todo está muy relacionado al ecosistema de LatAm, donde fintech tuvo un boom. En Latinoamérica 35 por ciento de las fintech tienen una female founder, cinco veces más que el ratio global”.

De ese diagnóstico nació Amela hace ya más de un año. Una comunidad que busca justamente que existan más female founders en la región y ayudarlas en el camino. Una comunidad digital donde las participantes se unen a través de Slack y la idea es que se puedan conectar con otras emprendedoras de distintos países. 

Amela, dice su cofundadora, hoy tiene un 45% de su comunidad en México, 16% en Colombia, 13% en Argentina, 12% en Perú y 9% en Chile. Tienen también eventos remotos una vez al mes, con speakers relevantes —mujeres que trabajan en unicornios o con trayectorias destacadas— de temas que les interesan a las fundadoras. “Si bien son charlas donde se comparten expertise, cuentan también el lado B de la historia, hay información que no sueles escuchar. Es un espacio íntimo y se aprovecha muchísimo. También tenemos ‘Fuck up nights’, y las emprendedoras comparten sus enseñanzas”, dice Fischman.  

Amela ayuda a las emprendedoras a encontrar financiamiento, con un mapa de fondos y mentorías a cargo de mujeres inversionistas. Cuenta Fischman: “Esto nació porque ellas mismas me lo pidieron; tenemos muchos mentores hombres, pero pocas mujeres. La conversación con mujeres suele ser más transparente. Ellas las ayudan a pulir el pitch. Luego hacemos el match con fondos y ángeles inversionistas. Tenemos una red como de 60 fondos de la región, la red de ángeles la lanzamos hace poco y la estamos construyendo”. 

¿Hay un interés especial de los VC o inversionistas de invertir en mujeres? ¿Más por un tema de cuotas que por cambiar el ecosistema?

“Sin duda hay un interés por parte de los fondos de invertir en mujeres. Y no solamente por la política de género. Yo no apoyo eso: yo trabajo en un fondo, y digo que si vamos a invertir en una female founder es porque realmente es buena. Hay muchas estadísticas: por cada dólar que se invierte en una female founder o cofounder, ella genera 2.5 más revenew que un hombre. Y cuando hay dos géneros presentes es aún mejor, la idea es que no sea solo hombre o solo mujeres. Las mujeres complementan las visiones de los hombres, nuestros cerebros ven las cosas diferente, es necesario el complemento.”

Nacidas en pandemia, el comienzo de Amela fue digital, pero también han ido avanzando a lo presencial, con encuentros que ya se han organizado en México, Colombia y Perú, que tienen un formato especialmente pensado en las necesidades de las mujeres en tech. 

“Queremos realmente tener espacios de conexión con ellas mismas y entre emprendedoras. Hacemos workshops de salud mental, de liderazgo, productividad y traemos una terapeuta que haga meditación o sound healing, que se lleven herramientas y que salgan recargadas. Para que puedan respirar un poco”, explica Fischman. 

Amela ya puede destacar casos de éxito entre sus participantes. Como el de Andrea Baba de Fitco, una startup de origen peruano que ayuda a la administración de centros de fitness, y que Fischman destaca “ha sido muy resiliente durante la pandemia, tuvo que cortar equipo, ajustar el modelo, y un tiempo después ya cerró su serie A”. 

Otro caso es el de Regina Athie, founder de Cuéntame, una plataforma de bienestar emocional, quien viene de cerrar una ronda pre-semilla por US$1 millón. “Ver cómo estas mujeres, a pesar del contexto económico, llegan a levantar estas rondas de capital es un símbolo del avance”, dice la cocreadora de Amela. 

Hacia el futuro, Michelle Fischman explica que Amela podría aportar no solo con ayuda a encontrar financiamiento y apoyo de las emprendedoras como hace hoy, sino que llegar un paso antes: “No solo apuntar a las female founders. Ayudar a mujeres que ya están en esta industria, como project managers, growth managers o consultoras, que tienen interés en el mundo tech y no saben cómo dar el salto. No solo ayudar a las que ya están, sino que atraer las que podrían ser. Así se puede solucionar un problema más de raíz”.

Imagen principal: Anais Cisneros y Michelle Fischma (Foto: Amela)

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