Contxto – Entre más grande sea la compañía, mayores son los riesgos a los que está expuesta. Esto es algo que la startup de entregas más grande de Latam aprendió recientemente.
Ayer (22), una investigación de Reuters mostró que algunos repartidores de Rappi o rappitenderos en Colombia consiguieron su puesto en la plataforma por medios ilícitos. Así es, aparentemente, existe un mercado negro para que los usuarios compren un puesto y trabajen como socios de reparto.
Un mercado creado accidentalmente por Rappi
Los perfiles se comparten a través de redes sociales y pueden alcanzar precios de hasta US$160. Para colmo, algunas cuentas son fraudulentas y se aprovechan de los colombianos desesperados por encontrar trabajo.
Este negocio seguramente surgió en marzo. Cuando Rappi comenzó a bloquear cuentas debido a “problemas con identidades falsas” o malas calificaciones de parte de los usuarios.
Esta práctica también se ve en otros países donde opera Rappi, como México. Además es bastante evidente que también sucede en plataformas como Uber Eats, Didi Food y iFood.
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50 sombras de la economía compartida
El caso de Rappi demuestra que dentro de la economía compartida, existen múltiples matices de gris e intereses entre compañías, socios y usuarios.
No cabe duda de que las crecientes tasas de desempleo o los hogares cortos de ingresos necesitan el dinero. La desesperación puede llevar a la gente a adquirir un puesto en una app de entrega de alimentos a toda costa.
Más aún considerando que el desempleo en las ciudades de países como Colombia alcanzó el 25 por ciento en julio, según Reuters.
Las plataformas como Rappi y Uber Eats tienen que lidiar con un mercado cada vez más saturado con bajos márgenes de ganancias y al mismo tiempo llevar un control de sus repartidores. Reforzar las medidas de seguridad solo agotaría aún más los recursos de estas plataformas.
Eso significaría aumentar sus pérdidas o transferir los costos a los usuarios. Y ellos probablemente no estarán contentos con tarifas de entregas más altas.
Los usuarios de las apps no se preocupan mucho por estos problemas. Ellos solo quieren que su pedido llegue a tiempo con alguien autorizado y a un precio razonable.
Desafortunadamente, este problema no es exclusivo de las plataformas de entregas de alimentos.
Podría ser peor, Rappi; podrías ser Uber
Un conductor de Uber una vez me dijo que este mercado negro también existe en las apps de viajes compartidos. Los grupos en Facebook y WhatsApp a menudo son los medios favoritos para que conductores autorizados vendan su puesto a otros.
Obvio, existen medidas de seguridad como verificar que la foto del conductor sí coincida con la persona detrás del volante. Pero con Covid-19, el uso obligatorio de cubrebocas dificulta identificar a las personas.
En esos casos, algunos dirán “entonces no te subas al coche” si la imagen no concuerda.
Pero cuando eres mujer y estás sola en la calle de noche, te ves obligada a escoger el menor de los males y hacer lo que mamá y papá siempre te advirtieron que no hicieras, subirte al coche de un extraño.
Entonces, si bien la idea de que mi rappitendero no sea la persona que la app dice es un poco inquietante, hay peores escenarios.
Sí podría ser peor, pero como siempre, ese argumento no tranquiliza mucho. Especialmente porque le das tu dirección a un completo extraño.
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-ML
Traducido por Alejandra Rodríguez