Marzo de 2020. En Ciudad de México, las compañías que forman parte del undécimo batch de 500 Startups están a dos semanas de completar su programa de aceleración que normalmente dura tres meses. En Santiago de Chile, los emprendedores que fueron seleccionados para el programa pre-aceleración de Start-Up Chile, recién acaban de participar del kick-off de la nueva generación. En la misma ciudad, las startups del primer programa de aceleración de Platanus Ventures, llevan cerca de dos meses en el proceso, mientras que en Bogotá, acaba de culminar el Demo Day (el evento donde las startups hacen su pitch a inversionistas) del tercer batch de Rockstart en Latinoamérica.
En cosa de semanas el escenario es muy distinto. Las severas cuarentenas que se fueron decretando en todo el mundo por la expansión del Covid-19, ponen en suspenso los planes de los emprendedores y de las aceleradoras de la región.
“Este nuevo contexto nos llevó a reaccionar rápidamente para responder a nuestros emprendedores que comenzaban con su aceleración para garantizarles una experiencia positiva. Tuvimos que adaptamos llevando las instancias de aceleración —sesiones de academia, reuniones de directorio, entrenamiento de pitch, entre otras— a un formato virtual”, dice Rodrigo Frías, subgerente de Start-Up Chile, la aceleradora creada por el gobierno de Chile en 2010 y que se convirtió en un caso de éxito internacional, gracias a su estrategia de invitar a startups de todo el mundo a instalarse en el país.
Y fue justamente una de las claves del programa —el trasvasije cultural que se produce al mezclar en un mismo lugar a emprendedores de diferentes partes— uno de los pilares que más sufrió. “Uno de los aspectos que se vio afectado por la pandemia fue el networking que genera el programa, que es la posibilidad de generar vínculos y el sentido de comunidad entre los fundadores”, agrega Frías, quien explica que debido al cierre de fronteras modificaron las bases del programa para que las startups extranjeras ejecutaran el programa a distancia, mediante un mandante en Chile.
“Esto, con el compromiso que se instalarían en nuestro país una vez las autoridades sanitarias lo permitieran. Este punto es clave, ya que al ser parte del Estado debíamos asegurar el correcto uso de los recursos públicos a distancia», dice el subgerente de la aceleradora pública que acaba de cerrar convocatorias para sus diferentes programas y que abrirá una nueva en octubre.
Felipe Santamaría, manager director en Latinoamérica de Rockstart, aceleradora global con oficinas en Copenhague, Ámsterdam y Bogotá, recuerda que, hasta la llegada de la pandemia, el programa siempre había sido presencial, pues les “gusta mucho estar en contacto personal con los emprendedores y generar relaciones fuertes de comunidad entre ellos y en general con el ecosistema”. “La pandemia creó un cambio e impacto en nuestras actividades del día a día”, dice, enfatizando que una primera etapa, el foco estuvo en diseñar las mejores estrategias para apoyar a las compañías que ya estaban siendo aceleradas.
En una línea similar, René Lomelí, partner y director de operaciones de 500 Startups Latam, brazo latino de uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, explica que tras la implementación de las primeras cuarentenas se vieron obligados a parar el programa en marcha, que se impartía desde Ciudad de México, y terminarlo de manera telemática. Asimismo, debieron cancelar un Demo Day presencial que tenían programado para un par de semanas más.
En su caso, la pandemia coincidió con un proceso interno dentro de la organización en el que reestructuraron su modelo de trabajo. Pasaron de ser un aceleradora con un modelo tradicional (sesiones y módulos de trabajo concentrados fuertemente en un periodo de tiempo) por uno más alineado con su rol como fondo de inversiones, a través del que buscan tener una relación de larga con las empresas en las que invierten.
En ese sentido, según explica Lomelí, si bien siguen realizando un programa de 16 semanas, ahora están entregando un producto mucho más personalizado. “Ahora les asignamos un punto de contacto a las compañías que forman parte del programa y ese punto de contacto es un miembro de nuestro equipo de inversión. Nos reunimos al menos dos veces por semana con cada compañía, lo cual nos permite crear una relación muy profunda con sus fundadores y también tener un entendimiento más grande de todas las áreas de la compañía. Ese uno a uno es fundamental y ahí es donde causamos muchísimo impacto”, asegura.
Habiendo nacido en pandemia, al programa de aceleración del fondo chileno Platanus Ventures le tocó adaptarse rápidamente. Paula Enei, una de sus socias, cuenta que su plan original era convertirse en un apoyo presencial de sus startups, con la posibilidad eventual de contar con un programa remoto, pensando en su internacionalización. “Para empezar queríamos hacerlo en persona y afinar bien el modelo, pero como empezamos en enero de 2020 y en marzo fue el lockdown, rápidamente esa ilusión cambió. Así que siempre hemos hecho todo remoto y funciona increíblemente bien. Creo que la pandemia aceleró algo que era natural en nuestro caso”, explica
Las ventajas del modelo virtual
Más allá del punto en el que estaban al momento del estallido de la pandemia, lo cierto es que todas las aceleradoras, tal como la mayor parte del mundo, tuvieron que echar mano al mismo recurso: las reuniones virtuales.
Las más acostumbradas a la presencialidad tuvieron que adaptar sus procesos. “En nuestro cuarto batch en LATAM, todo fue 100% virtual, partiendo desde la convocatoria (es en la que hemos recibido la mayor cantidad de aplicantes), hasta el proceso de selección y la ejecución del programa. Únicamente hasta el final de la cuarentena, cuando todo fue más flexible, creamos unos espacios para vernos personalmente con los emprendedores”, explica Felipe Santamaría, manager director en Rockstart Latam, aceleradora que cerró su última convocatoria regional el 31 de mayo pasado.
Tan bueno fue el resultado de esa experiencia que la aceleradora continuará apostando por la modalidad virtual, ya que eso les permite tener sesiones con los emprendedores, mentores, inversionistas o con cualquier actor del ecosistema desde distintas partes del mundo, sin limitarse por los viajes. “Por otro lado, también nos quedamos con espacios presenciales y momentos que se vuelven memorables al estar frente a frente con todos. De manera que hoy nos quedamos con un modelo híbrido donde esté la practicidad, pero sin perder el contacto y la creación de relaciones de manera presencial”, explica.
500 Startups optó por prescindir totalmente de la presencialidad. “Teníamos un espacio de oficinas en Ciudad de México y lo dejamos hacía finales del 2020. Hoy, después de tanto tiempo de trabajar en este formato (virtual), nos inclinamos mucho más a no volver a espacios físicos. El formato remoto y la forma de trabajo que tenemos hoy nos gusta mucho y hemos logrado resultados con nuestras compañías que han sido sorprendentes”, explica René Lomelí, socio del fondo de inversiones que abrirá una nueva convocatoria el próximo 4 de julio.
Destaca, por ejemplo, la forma en la que transformaron su Demo Day, que ahora es completamente virtual y que gracias a eso puede generar un mayor impacto. “Hoy quienes asisten a nuestro Demo Day son inversionistas de toda la región, a los que les toma una hora de su tiempo ser parte del proceso y así logramos aumentar número de asistentes, pero también volumen de inversión en nuestras compañías”, explica.
Aceleradoras latinas con foco global
Todos coinciden en que la virtualidad permitió a las aceleradoras de la región llegar a un nuevo nivel en cuanto a internacionalización, ya que dejaron de limitarse por la geografía. “En el mundo, la pandemia aceleró la digitalización y todos los ecosistemas se vieron beneficiados gracias a eso. En cuanto a las aceleradoras, hubo un cambio en el mindset y ahora tienen una mentalidad full regional y global”, dice Paula Enei, socia de Platanus Ventures, aceleradora que tiene postulaciones abiertas hasta el próximo 29 de julio.
Para ellos, que nacieron en pandemia, el formato físico también tiene sus ventajas. Por eso, apenas comenzaron a levantarse las primeras restricciones, reabrieron sus oficinas en Santiago, al mismo tiempo que comenzaron a operar en México. “Creemos que se genera harta comunidad en espacios físicos y nos gusta tener sedes y un lugar donde las startups puedan llegar, donde las recibamos y se sientan en casa”, explica.
En Start-Up Chile el panorama es similar. Muchas de las actividades relacionadas al proceso de aceleración se mantienen hoy en día en formatos virtuales, pero están volviendo a la presencialidad, aseguran. “Un porcentaje importante del valor que entrega Start-Up Chile está en los vínculos que se generan entre emprendedores y los distintos actores del ecosistema, por lo que estamos retomando las actividades presenciales, además de fomentar a que las startups trabajen y se encuentren en nuestro cowork en el Centro de Santiago”, dice Rodrigo Frías.
Tal como muchos en la industria, dice que el formato híbrido les permite aprovechar los beneficios de la virtualidad “sin perder la conexión humana”.