De todas las palabras e industrias emergentes que hoy se apellidan “tech”, las femtech tienen un momento claro de nacimiento: era 2016 cuando Ida Tin, danesa creadora de la aplicación de salud menstrual Clue, quiso usar una palabra que agrupara a empresas similares a la suya. El mundo de la tecnología estaba comenzando a ver cada vez más aplicaciones y productos dedicados a ciclo menstrual, embarazo, menopausia, salud mental femenina, y Tin pensó que la unión hace la fuerza; no solamente validaba una tendencia, también permitía un lenguaje más simple para inversionistas que por lo general son hombres. Así, se comenzó a hablar de femtech para referirse a start-ups y empresas de salud femenina.
Hoy el mundo femtech es uno de los con mayor potencial de crecimiento e inversión, según expertos como la consultora McKinsey, que a principios de año publicó un artículo sobre cómo estaríamos viviendo “el amanecer de la revolución femtech”.
En 2021 las femtech alcanzaron financiamiento por US$2.100, casi triplicando al año anterior; la misma Clue, por ejemplo, hoy está valorada en US$100 y tiene más de ocho millones de usuarias en cerca de 150 países. Otra famosa y bien financiada es Elvie, nacida en Inglaterra en 2018 para crear tecnología en ejercitadores de piso pélvico o extractores de leche más fáciles de portar. También está la española Woom, centrada en aplicaciones de fertilidad y de menstruación.
¿Por qué florecen a buen ritmo las femtech? Hay varias respuestas. Están las brechas de género atávicas en el accesofsubti y está la respuesta de la salud tradicional frente a las mujeres —el tabú de la menstruación pareciera irse levantando gracias a la nueva generación de feministas, o ahora reciben más atención por parte de la comunidad científica enfermedades poco estudiadas, como la endometriosis—. Hay diferentes estudios que afirman que las mujeres son más abiertas a buscar respuestas a temas de salud en internet en comparación a los hombres. Y también ha pasado que, justamente buscando esas respuestas, las mismas mujeres se han convertido en emprendedoras. Una corriente ya fuerte en Europa y EEUU, y que ahora se abre paso en Latinoamérica.
Salud con perspectiva de género
“Históricamente los productos de salud han tenido el sesgo medio masculino de quien los crea, mayoritariamente hombres, y no ven las particularidades de las mujeres en distintos momentos de la vida”, dice Sara Nazal, ingeniera y cofundadora de Saluta, centro de innovación en salud mental y bienestar con un área específica dedicada a mujeres. Tiene sede en Chile, funciona además en Colombia y, de manera incipiente, en México.
“La mujer es distinta al hombre y tiene distintas necesidades desde la menstruación, embarazo y menopausia, hay todo un mundo de soluciones que no se recogían. Por lo mismo muchas mujeres han empezado a crear ellas mismas estas empresas”, añade.
Nazal tiene una larga carrera trabajando en el mundo de la salud y se unió a tres socios que querían comenzar a trabajar telemedicina para tercera edad, y con la pandemia dieron un giro más amplio; hoy Saluta incluye medicina con perspectiva de género, además de medicina para niños y diversidades sexuales. Buscan usar las herramientas de la inteligencia artificial para monitoreo y orientación de salud mental, por ejemplo, entregando psicoeducación, escucha segura y orientación. Recientemente Saluta logró certificación por parte del sistema de salud pública chileno, como prestador oficial de telemedicina. Entre sus planes está hacer una ronda de levantamiento de capital para consolidar su presencia fuera de Chile
“Hay sesgos de género en Latinoamérica, todavía no se dimensiona el tamaño que se puede llegar a tener cuando uno hace este tipo de productos. La mayoría de las startups están lideradas por hombres y la mayoría de los levantamientos también son empresas lideradas por hombres. Hay un trabajo por hacer para empoderar a las mujeres. Tenemos grandes ideas y nadie más que nosotras sabe lo que necesitamos”, concluye.
Un camino similar han recorrido las fundadoras de Plenna, que a comienzo de este año levantaron US$845 mil en su ronda semilla. Giovanna Abramo y Lorena Ostos notaron que la visita al ginecólogo no era todo lo amable o completa que las pacientes necesitaban. “Para nosotras lo más importante era crear un espacio seguro para las mujeres, donde se pudieran sentir escuchadas, cuidadas, sin miedo a hacer preguntas”, explica Ostos. “Queremos que la relación doctor-paciente cambie en donde la paciente no tenga que esperar una hora para que la atiendan; en donde ella se sienta juzgada por su vida sexual”.
Plenna se presenta como un espacio “libre de prejuicios”, quizás una de las metas a las que apuntan muchas femtech en cuanto al trato que reciben históricamente las mujeres como pacientes. Usando telemedicina y visitas presenciales, ofrece consultas de ginecología, exámenes como el papanicolau, orientación anticonceptiva o vacunas de VPH. Con su primera clínica presencial ya abierta en Ciudad de México, ahora van por nuevos objetivos: “Nuestra siguiente meta es apostarle a la escalabilidad con consultas virtuales de nutrición, psicología y ginecólogo. El siguiente año nos enfocaremos en ofrecer una app para acompañar a mujeres embarazadas durante todo su proceso ofreciéndoles consultas virtuales”, dice Lorena.
Superando los tabús
Entre los cinco tipos de aplicaciones más usadas en salud en EEUU están primero las que hacen seguimiento de fertilidad para embarazo y más abajo, las de ciclo menstrual. Estas últimas se han vuelto muy comunes, con todo tipo de propuestas para no ser sólo un simple calendario.
De ese tipo en Latinoamérica está Lunar App, creada por las argentinas Ana Fukelman e Irina Corsunsky en 2017. Cuenta Fukelman: “Encontrábamos un sinnúmero de ejemplos en los que el ciclo menstrual estaba considerado como un apéndice de la reproducción, planteándolo únicamente como aquello que te pasa para que tengas o no tengas bebés. Un enfoque increíblemente acotado y propio de una medicina patriarcal, dejando de lado información sobre beneficios e impactos que tiene el ciclo hormonal sobre otros sectores del cuerpo y la mente. Entonces creamos Lunar queriendo plasmar una perspectiva holística, feminista, sustentable e integral de la salud menstrual”.
Dos de los puntos fundamentales en la creación de Lunar fueron un lenguaje y diseño que “perdurara con los años” y resguardar la seguridad de las usuarias, lo que en otras latitudes ha sido un tema de discusión. Por ejemplo, una conocida aplicación llamada Flo, creada en Bielorrusia, ha sido acusada de compartir datos privados con otras empresas.
“El diseño de nuestras bases de datos privilegia la seguridad y privacidad. Están encriptadas y se separa la identidad de los registros menstruales para que no se puedan individualizar”, dice Fukelman. “El objetivo general de este desarrollo podría resumirse como soberanía tecnológica y cuidados digitales, siempre quisimos hacer nuestras propias herramientas, tener autonomía y no comprar ‘enlatado’”.
En cuanto a levantar femtech de este tipo en LatAm, Fukelman coincide que el ritmo va a paso más lento, también por las brechas de género en las finanzas e ingeniería, y la poca participación de mujeres en fondos de inversión. “No es tan sencillo generar empatía e interés en estas temáticas ante audiencias de hombres. Hay una distancia cultural inmensa, y prejuicios, como si habláramos de un nicho muy lejano”, sostiene.
Este año Lunar App lanzó una nueva actualización, con la que buscarán realizar rondas con inversionistas ángeles o fondos que se interesen por femtech en la región. Las metas siguientes incluyen expandirse a Brasil y crear plataformas para profesionales de la salud que compartan la perspectiva de género tanto en la etapa reproductiva como en la menopausia.
Otra femtech latina que destaca es Palpa, creada por la chilena Josefa Cortés. Palpa es un dispositivo que ayuda al autoexamen de cáncer de mamas, una enfermedad que mejora sus chances de tratamiento con detección temprana. Palpa ofrece contenedores de jabón líquido en forma de mama, con un bulto adentro, que imita la sensación al tacto de lo que podría ser un tumor. Así las usuarias aprender a palparse.
“Lo más importante es que fuera un producto que no agregara más tiempo a la rutina de la mujer, sino que estuviera en algo que ella ya hace: la ducha, enjabonarse. Y lo más importante que pudiera darle tangibilidad a sentir el tumor y que la mujer quisiera autoexaminarse. Que fuera amigable”, explica Cortés.
Este año Palpa, que ha ganado distintos reconocimientos por su innovación y diseño, estuvo entre los seleccionados del programa Ignite de Start-Up Chile, que financia y asesora a startups que tienen un producto funcionando (además, tiene incentivos para empresas creadas por mujeres). El plan ahora es pensar internacionalmente: “Palpa está cien por ciento centrada en la internacionalización. Tener un rediseño importante, industrial y que sea lo más accesible, porque entraremos a nuevos mercados. Apuntamos más a lo masivo, si logramos una primera venta fuera de Chile este año, sería un gran salto, y poder el próximo año instalarnos en EEUU”, dice Cortés.
La chilena dice que es lógico que el mundo del femtech esté aún comenzando en la región, donde la mayoría de las empresas tecnológicas siguen siendo asociadas o creadas por hombres. Pero está entusiasta sobre la aparición de más mujeres en el rubro: “Es un campo que fue dominado por hombres y había pocos referentes femeninos pero cada vez estamos más presentes las mujeres. Hay que potenciar, visibilizar, y que hoy existan fondos para mujeres ha generado que más de nosotras se involucren. Cada vez más vemos fundadoras mujeres”.