De cara a 2024, el sector del capital riesgo parece acercarse a una coyuntura crítica, marcada por los recientes tropiezos y un entorno macroeconómico incierto. Los cambios de perfil en empresas líderes como Sequoia Capital y Tiger Global, junto con una ralentización general de la negociación, han marcado un año difícil. Aunque algunos ven estos acontecimientos como una corrección saludable del mercado, sigue habiendo dudas sobre la trayectoria del sector.
Una tendencia significativa es la dificultad prevista para contratar capital riesgo, especialmente para puestos directivos. Los recientes despidos implican una contracción de las asociaciones y un interés menguante en las trayectorias del capital riesgo debido a la reducción del tamaño de los fondos y a las duras condiciones del mercado. Por ejemplo, la interrupción de las inversiones de OpenView Ventures tras la salida de un socio clave pone de manifiesto los retos más generales de la continuidad del liderazgo y la estabilidad de la empresa.
Además, el tamaño reducido de los fondos se está convirtiendo en la norma, incluso para las empresas de capital riesgo tradicionalmente grandes. La reticencia de los inversores a comprometer nuevo capital está llevando a las empresas a reducir significativamente sus objetivos de captación de fondos. Por ejemplo, Tiger Global Management redujo el tamaño de su fondo de unos 12.000 millones de dólares a 5.000 millones. Este enfoque cauteloso de los socios comanditarios, equilibrando entre empresas de riesgo y activos más seguros, indica un clima de inversión más conservador.
En cuanto a la gobernanza, es probable que el año que viene los inversores de capital riesgo luchen más agresivamente por los puestos en los consejos de administración. Aprendiendo de los sonados fracasos en materia de gobernanza, como los de IRL y Bitwise, se espera que los fondos de capital riesgo busquen una mayor supervisión e implicación en las empresas de su cartera. Este cambio se ve facilitado por un ritmo de acuerdos más lento, que permite a los inversores dedicar más atención a menos inversiones y más seleccionadas.
Las tensiones geopolíticas, especialmente entre Estados Unidos y China, seguirán influyendo significativamente en el capital riesgo. Como se ha visto con la desvinculación de Sequoia Capital y GGV de sus filiales en China y el aumento del escrutinio estadounidense sobre las inversiones extranjeras en tecnología, las consideraciones geopolíticas se están convirtiendo cada vez más en un factor crítico en las estrategias de captación de fondos y contratación. Las startups y las empresas de capital riesgo probablemente tendrán que navegar por un complejo panorama de presiones normativas y relaciones internacionales, sobre todo a medida que los fondos de Oriente Medio se conviertan en actores más destacados en el espacio de la tecnología y la IA.
De cara a 2024, el capital riesgo va a experimentar reajustes estratégicos y adaptarse a un entorno más vigilado y regulado. Las empresas tendrán que ser más prudentes en sus inversiones, tener en cuenta la gobernanza y responder a los cambios geopolíticos, todo ello mientras navegan por un mercado cada vez más competitivo y difícil. El camino del capital riesgo no consiste simplemente en recuperarse de un año difícil, sino en reposicionarse para la sostenibilidad y el crecimiento en un contexto mundial en rápida evolución.