La financiación, que forma parte de la Ley de chips y ciencia de 2022, se destinará a la construcción de nuevas instalaciones para Intel en Arizona, Ohio, Nuevo México y Oregón. Esto se alinea con la agenda del Presidente Biden para revitalizar la fabricación estadounidense en sectores críticos, incluidos los semiconductores.
Se espera que la subvención de 8.500 millones de dólares conduzca a la creación de 30.000 puestos de trabajo en la industria de los chips. La Secretaria de Comercio, Gina Raimondo, declaró que esta financiación ayudará a EE.UU. a cumplir su objetivo de garantizar que el 20% de los chips más avanzados del mundo se fabriquen en el país para finales de la década.
El consejero delegado de Intel, Pat Gelsinger, ha sido un firme defensor de la reubicación de la producción de chips en EE.UU. tras décadas de inversiones insuficientes. La nueva financiación apoyará principalmente el desarrollo del proceso de fabricación 18A de Intel, que representa el último paso del plan de Gelsinger para desarrollar cinco nodos de este tipo en cuatro años.
Este movimiento estratégico se produce cuando EEUU intenta reducir su dependencia de un pequeño número de fábricas de semiconductores en Asia, que Raimondo describió como una situación insostenible desde el punto de vista económico y de la seguridad nacional.
El anuncio de la financiación coincide también con los esfuerzos del presidente Biden por aumentar sus índices de aprobación económica de cara a las elecciones presidenciales de 2024, contrastando su historial de creación de empleo con el de su predecesor.
Microsoft confirmó que estará entre los primeros nuevos clientes 18A de Intel.