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Contxto – En México se está viviendo una “fiebre del oro” pero por las fintechs. Mientras que algunos ven una “oportunidad dorada” para ofrecer productos financieros directamente a los usuarios, otros se conforman con ofrecer las “picas” a los que están minando. Este es el caso de las startups que desarrollan APIs para bancos y otras instituciones financieras como Finerio y Belvo.
Moda reguladora
Antes de entrar al tema del desarrollo de software para la banca abierta, recapitulemos rápidamente qué fue lo que la impulsó en primer lugar.
En el 2018, los legisladores mexicanos aprobaron la Ley Fintech del país, esta abordaba tres temas importantes:
- Sistemas de pago y empresas de crowdfunding
- El uso de criptomonedas
- Banca abierta a través de APIs
En resumen, la ley era una pieza legislativa bastante integral.
Naturalmente, favoreció al ecosistema de varias maneras. Por un lado, las fintechs que recibieron la aprobación del gobierno, lograron afianzarse más entre los usuarios para operar. Después de todo, es reconfortante para las personas saber que las autoridades evaluaron a detalle el lugar donde están poniendo su dinero.
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Asimismo, este marco regulatorio también contribuye al surgimiento de nuevas startups. Según el más reciente informe Fintech Radar de Finnovista, del 2018 al 2019, el número de startups relacionadas con fintech en México creció un catorce por ciento para alcanzar un total de 441. Esto, por supuesto, atrae a más inversionistas de capital de riesgo y el ecosistema se vuelve más robusto.
En lo que respecta a las criptomonedas, el gobierno mexicano no fomenta su uso directamente, sin embargo la Ley Fintech define los requisitos para que las fintechs se encarguen de ellas mientras mitigan el lavado de dinero y los fraudes.
Finerio y la banca abierta
Es probable que algunas startups hayan surgido en respuesta a la aprobación de la Ley Fintech de México. Pero otras que estaban dirigidas al consumidor y ya operaban, como Finerio, pivotaron a la banca abierta.
“Tuvimos un cambio de giro porque un par de cosas pasaron”, explicó Nick Grassi, cofundador de Finerio durante nuestra llamada. “Por un lado, la Ley de Open Banking pasó. Entonces el interés que teníamos por el lado B2B (empresa a empresa) explotó. Entonces muchos bancos e instituciones financieras se acercaron para conectarse”.
Grassi dijo que todo tipo de compañías estaban interesadas en aprovechar el poder de los datos financieros para sus propios productos y servicios. El único problema era que carecían del software necesario para hacerlo.
Y en vista de que México ahora permite la banca abierta, los bancos tradicionales con el consentimiento de los clientes, deben entregar su información a otras instituciones y actores. Las startups que desarrollan API, como Finerio, trabajan para crear el software que hace posible la conectividad.
La situación de la banca abierta
“Como está ahorita [la regulación open banking], es muy ambiciosa,” observó Grassi. Él se refiere al hecho de que tal como está, la banca abierta fue definida por los legisladores en términos muy generales. Serán las reglas secundarias las que revelarán los detalles esenciales.
Fue hasta principios de marzo de este año que el Banco de México anunció la primera serie de reglas secundarias. En ellas, se cubrió el uso de API pero solo para sociedades de información crediticia y cámaras de compensación.
Así que el anuncio fue un poco decepcionante porque no abordaba los temas que más les interesaban a las startups.
“La regulación aplicable a la banca, fintech, y otras entidades financieras debe ser emitida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de forma paulatina a partir de este mes” dijo Jonathan Garzón, subdirector de negocios e innovación en Cecoban, una compañía especializada en servicios fintech.
Yo diría que estas declaraciones dan esperanza. Sin embargo, se hicieron a principios de marzo antes de que llegara el coronavirus y arruinara toda la diversión.
Entonces seguramente la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) se demorará en sacar reglas secundarias.
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-ML
Traducido por Alejandra Rodríguez