Nuestro Soapbox de hoy presenta la opinión de Gonzalo Simons, Chief Strategy Officer en uSound
Contxto – Para llegar a esta reflexión estratégica es fundamental interiorizar en el análisis de las cuatro revoluciones industriales:
La primera Revolución Industrial (1786-1850)
- Palanca de crecimiento: Máquina de vapor.
- Industria impactada: Transporte (ferrocarril/barco)
- Impacto: Se logró aumentar 8x la productividad humana
La segunda Revolución Industrial (1850-1920)
- Palanca de crecimiento: Electricidad
- Industria impactada: Todas
- Impacto: Especialización en los sistemas de producción (modelo automotriz)
La tercera Revolución Industrial (1920-1980)
- Palanca de crecimiento: Tecnologías de información y comunicación (TICs)
- Industria impactada: Transporte/Medios de comunicación
- Impacto: Automatización de los procesos de producción
La cuarta Revolución Industrial (1980-presente)
- Palanca de crecimiento: Sistemas ciberfísicos (la unión de capacidades entre humanos y máquinas)
- Industria impactada: Todas
- Impacto: US$16 billones agregados a la economía para 2030 (el equivalente al PIB de China o al 80 por ciento del PIB de USA en 2017).
El marco estratégico para la evolución de cada una de las revoluciones se basa en 3 elementos fundamentales:
1. Los países referentes de cada revolución (early adopters)
Mientras que la primera revolución industrial se enmarcó dentro de Gran Bretaña, la segunda logró alcanzar a Europa, Estados Unidos y Japón.
La tercera fue protagonizada por Estados Unidos y rápidamente extrapolada a nivel global por los líderes estratégicos.
La cuarta revolución industrial es verdaderamente global, con la distinción de que tendrá diferentes tipos de desarrollo según algunas pautas que vamos a analizar al final de la nota.
Sin embargo, Estados Unidos y China encabezarán el 70 por ciento del liderazgo en este movimiento.
2. La transferencia tecnológica entre geografías
La transferencia geográfica fue cada vez más acelerada con el correr de las diferentes olas de disrupción tecnológica.
En este punto se detecta fuertemente la diferencia entre países desarrollados y países en desarrollo. En estos casos, los segundos tratan de incorporar de los primeros los productos y servicios luego de un determinado período de crecimiento.
Me gustaría ejemplificar este fenómeno con el caso de las tecnologías de conectividad móvil:
La transferencia tecnológica de tecnologías 4G entre Japón y EE.UU. fue de tres a cinco años. Entre Japón y Latinoamérica fue de cinco a siete años. Y, entre Japón y África, fue de siete a 10 años.
Pensando en que estas tecnologías tienen un ciclo de vida de 10 años antes de implementarse su evolución tecnológica (2G-3G-4G-5G), es interesante entender la inversión y el retorno esperada de cada una. Aquello es lo que justifica la aceleración en el movimiento.
Pero, ¿qué pasaría si pudiéramos dar el salto directo a las tecnologías que necesitamos? Evitaríamos el costo de afrontar una tecnología obsoleta y aprovecharíamos el beneficio provocado por el nuevo proceso de desarrollo e innovación.
Esta concepción se conoce como leapfrogging tecnológico y se convierte en el elemento clave de adaptación y transferencia a países en desarrollo.
Y a partir de la tercera revolución, tanto el tiempo, como calidad y costo de transferencia tecnológica ha tenido una optimización exponencial, permitiendo que la geografía ya no sea una barrera, sino una oportunidad de potenciar y crear valor con la tecnología.
3. Las condiciones micro- y macroeconómicas de las geografías
Porqué los mercados en desarrollo pueden convertirse en las regiones con mayor crecimiento se debería contestar a través del mapeo de oportunidades emergentes. Analizando puntualmente Latinoamérica, vemos tres factores determinantes:
- Un salario promedio en torno a los US$500— Hay una brecha frente a los países desarrollados y de ahí una oportunidad de una rápida incorporación al mercado en el sector de las TICs (tecnologías de Información y Comunicación) y en áreas de desarrollo tecnológico.
Esta especialización de la mano de obra emergente, permitiría retroalimentar la productividad humana de la región, al mismo tiempo que generar economías de escala en la especialización tecnológica.
Si la cuarta revolución industrial se basa en la automatización de las actividades cotidianas, es fundamental adaptarse a tareas de optimización de los procesos de automatización: Software, Software, Software.
- La baja barrera de entrada para la capacitación de la fuerza de trabajo—Se puede estudiar en las mejores universidades del mundo con pocos dólares y desde la casa (Coursera), y también realizar prácticas y ganar experiencia en cualquier parte del mundo (Busca en Google portales de trabajos para puestos de IT).
- Generación de previsibilidad en las estrategias de gestión gubernamental—Latinoamérica es como cualquier startup o pyme mediana. Cada trabajador es como un país: Si están desalineados, cada uno tira para su propio lado y los beneficios son marginales.
Si se trabaja en equipo, se organiza y se complementan fortalezas, las sinergias emergentes están a la vista. Para eso hace falta herramientas (instituciones), reglas de juego claras (leyes y políticas públicas) y motivación para hacerlo realidad.
Latinoamérica 2050: La nueva revolución
Finalmente, me gustaría que reflexionemos sobre la distribución regional de los próximos 30 años y como Latam puede capturar el máximo valor de este crecimiento que todos esperamos de la región.
Nota al lector: Los análisis debajo son parte de pensar hacia adelante haciendo futurismo, hay que tomarlo con esa liviandad.
En 2050 estos serán los países y regiones con mayor:
- Potencial de crecimiento (%): Latinoamérica, India y África
- Volumen de ingresos ($): China y USA
- Estabilidad institucional: Europa (¿Brexit?), Japón y Corea del Sur
En 2050 habrá:
Tecnologías Emergentes: Sistemas ciberfísicos
Población: 9,700 millones de personas
Robots: Será para otra nota
Gonzalo Simons es un ejecutivo de estrategia y operaciones en el sector telecom y de salud. Es Chief Strategy Officer en uSound | WEF Global Shaper | Digital Innovation en Stanford